Un aullido muy humano Pareciera que estuviese abonado a Paul Auster... y de algún modo lo estoy, pese a sus últimas novelas. Fue un referente constante en las charlas de cerveza, no digo de café porque sería una mentira. Le he tirado flores por todos lados y esta vez no será la excepción. Como se lee en la contratapa se trata de un autor que «toma riesgos», en este caso se la juega por un tema que ya ha sido tocado en «Sirio» de Teodore Sturgeon, con la salvedad de que este último es una novela de ciencia ficción, mientras que la de Auster permanece dentro de los parametros de un realismo aún sin clasificar. Si retrocedemos en el tiempo, encontramos en Cervantes y sus «Novelas ejemplares» un relato de Cipión y Berganza, dos perros que pueden hablar sólo por un día y se despachan contra la humanidad. Este tema lo ha tocado la literatura en varias oportunidades ya que es un buen lugar para mirar desde afuera. Los canes, al poseer una nobleza y un afecto extremo, contrastan con la brutalidad y las penurias humanas, generalmente retorcidas e innaturales, legado de la evolución. De lado dejo algunas producciones cinematográficas intencionalmente simpáticas como «Bethoven» y otras copias bastante malas que se ven por el cable, donde se humaniza -al estilo Disney- a los perros con características que tan sólo los humanos pueden tener. La historia de Paul Auster en «Tombuctú» es la historia de un perro, narrada por él mismo can. A veces se le escapan concepciones humanas, pero el escritor resuelve esto explicando que ha sido criado como un humano, por lo tanto, no ha de suscitar duda sobre su capacidad de discernir como tal. Mantiene su fidelidad hacia su amo hasta el fin como es típico en estos cuadrupedos desde la época de las cavernas. Un relato cargado de afecto y más humano que la historia del hombre. Fue un placer leer «Tombuctú», palabra que significa, para nuestro perro relator, el lugar donde fue su amo al morir y del que espera con ansia reencontrarse. No contaré la trama ya que es un libro para ir descubriendo paso a paso. Es como esas películas que te mantienen despierto hasta las tres de la mañana para esperar el final. Un libro que se lee en un día de vacaciones y te invade de una sensación humanitaria. Recomendable de verdad.
Pablo Lorenzo http://tallerliterariorg.blogspot.com/
Un feliz día gris
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El día anterior el tiempo cambió a partir del mediodía. El cielo se
oscureció y pesados nubarrones llegaban desplazados por el viento del
oeste. La luminos...
1 comentario:
Un aullido muy humano
Pareciera que estuviese abonado a Paul Auster... y de algún modo lo estoy, pese a sus últimas novelas. Fue un referente constante en las charlas de cerveza, no digo de café porque sería una mentira. Le he tirado flores por todos lados y esta vez no será la excepción.
Como se lee en la contratapa se trata de un autor que «toma riesgos», en este caso se la juega por un tema que ya ha sido tocado en «Sirio» de Teodore Sturgeon, con la salvedad de que este último es una novela de ciencia ficción, mientras que la de Auster permanece dentro de los parametros de un realismo aún sin clasificar. Si retrocedemos en el tiempo, encontramos en Cervantes y sus «Novelas ejemplares» un relato de Cipión y Berganza, dos perros que pueden hablar sólo por un día y se despachan contra la humanidad. Este tema lo ha tocado la literatura en varias oportunidades ya que es un buen lugar para mirar desde afuera.
Los canes, al poseer una nobleza y un afecto extremo, contrastan con la brutalidad y las penurias humanas, generalmente retorcidas e innaturales, legado de la evolución.
De lado dejo algunas producciones cinematográficas intencionalmente simpáticas como «Bethoven» y otras copias bastante malas que se ven por el cable, donde se humaniza -al estilo Disney- a los perros con características que tan sólo los humanos pueden tener.
La historia de Paul Auster en «Tombuctú» es la historia de un perro, narrada por él mismo can. A veces se le escapan concepciones humanas, pero el escritor resuelve esto explicando que ha sido criado como un humano, por lo tanto, no ha de suscitar duda sobre su capacidad de discernir como tal.
Mantiene su fidelidad hacia su amo hasta el fin como es típico en estos cuadrupedos desde la época de las cavernas.
Un relato cargado de afecto y más humano que la historia del hombre.
Fue un placer leer «Tombuctú», palabra que significa, para nuestro perro relator, el lugar donde fue su amo al morir y del que espera con ansia reencontrarse.
No contaré la trama ya que es un libro para ir descubriendo paso a paso. Es como esas películas que te mantienen despierto hasta las tres de la mañana para esperar el final. Un libro que se lee en un día de vacaciones y te invade de una sensación humanitaria. Recomendable de verdad.
Pablo Lorenzo
http://tallerliterariorg.blogspot.com/
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