En Herejía, Cathan, el hijo del conde de Lepidor, descubre una mina de hierro, muy apreciado en este mundo sin apenas tierra emergida. Al tener que cruzar medio hemisferio para dar la noticia a su padre, Cathan descubrirá sin proponérselo la verdad sobre el Dominio y sus planes para aumentar de manera definitiva su poder en el mundo. Por si fuera poco, él se convertirá en la pieza clave para evitar que el Dominio lleve a cabo sus planes.
En Inquisición Cathan es consciente de sus dotes para la magia. Aunque vuelve a casa dispuesto a no moverse de allí, las intrigas del Dominio ya han empezado y el hierro descubierto en Lepidor ha de ser trasladado. Cathan, Ravenna y Palatina se trasladan al Archipiélago, al otro lado del gigantesco planeta, y bastión de la resistencia contra la doctrina oficial. Aunque ya son herejes, puesto que han renegado del culto a Ranthas, tanto el Dominio como los herejes se convertirán en enemigos para ellos, y sólo sus cada vez más templadas artes mágicas les sacarán del apuro.
En Cruzada, el Dominio ha hecho grandes progresos a la hora de erradicar cualquier signo de herejía e imponer su propia ley por encima del poder político, a pesar de que Cathan, con un linaje más elevado de lo que su condición de hijo del conde de Lepidor hacía suponer, se ha convertido en una verdadera amenaza para los seguidores del Ranthas. El desenlace está cerca y Cathan habrá de decidir cuál es la mejor manera de terminar con todo, si el desgaste o el enfrentamiento directo.
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